¿Cuál es la mejor edad para consultar con el ortodoncista?

A pesar que el ortodoncista puede mejorar tu sonrisa y la de tus hijos a cualquier edad, el mejor momento para consultar es alrededor de los 4 años, para pesquisar algún problema de oclusión (mordida, que es la base «arquitectónica» para el resto de las piezas dentarias) que pueda ser progresivo si no es tratado (mordidas cruzadas, mordidas invertidas, mordidas abiertas).

Otro momento crucial para evaluar a nuestros pacientes es alrededor de los 6-7 años,  cuando a tu hijo le han salido las primeras muelas definitivas. Estas primeras muelas adultas son importantes porque determinan la oclusión (“mordida”) de todos dientes adultos en el futuro.

En algunos casos es importante detectar y corregir precozmente alteraciones congénitas o malos hábitos que afectan al desarrollo de los huesos de la cara o la erupción de los dientes definitivos. Estos tratamientos precoces suelen ser sencillos, indoloros y no suelen durar más de 1 año.

Muchos de  los niños no van a necesitar tratamiento a esta edad temprana, pero si  se observa algún problema, el ortodoncista vigilará periódicamente en clínica y mediante radiografías (panorámica y/u otras) el crecimiento y el recambio de los dientes de leche y decidirá el mejor momento para empezar el tratamiento. De esta manera, se obtendrán los mejores resultados en el menor tiempo posible.

En los casos donde no hay problemas de mordida severos, o falta de espacios importantes que requieran intervención temprana, se suele empezar a los 12-13 años, cuando todos los dientes definitivos ya han erupcionado.

¿Qué problemas pueden necesitar tratamiento precoz?

SIGNOS DE ALARMA EN LOS QUE FIJARSE EN UN NIÑO QUE PUEDEN REQUERIR INTERVENCIÓN TEMPRANA.

1.   Protrusión incisivos superiores. Una excesiva prominencia de los incisivos superiores aumenta el riesgo de traumatismo y fractura de estos dientes. Además, impide que los labios sellen con normalidad y muchas veces dificulta la deglución, el habla y la respiración.

2.   Mordida cruzada posterior. Las mordidas cruzadas se deben normalmente a la estrechez del maxilar superior. Esto es típico de niños con hábitos orales deformantes como el chuparse el dedo, chupete o mamadera y respirar por la boca. Es importante corregirlas cuanto antes porque afectan al crecimiento normal de los maxilares, pueden afectar a las articulaciones y dificultan el recambio y erupción de los dientes definitivos.

3.   Mordida invertida anterior. Si  los dientes de arriba muerden por detrás de los inferiores es a veces debido a un problema en la erupción de los incisivos superiores que fuerzan al niño a colocar la mandíbula en una postura forzada para poder contactar con las muelas y masticar. Esta situación debe corregirse cuanto antes.  En otros casos el problema se debe al tamaño de los huesos. Suele ser un rasgo genético muy característico en algunas familias. En estos casos, el ortodoncista vigilará el crecimiento y tratará problemas puntuales de los dientes, pero el tratamiento definitivo muchas veces no se decide hasta que no se completa el crecimiento.

4.   Mordida abierta anterior. Los niños que se chupan el dedo, que utilizan el chupete demasiado tiempo o los que al tragar meten la lengua entre los dientes anteriores, impiden la erupción de los incisivos y deforman el desarrollo de los maxilares. Las mordidas abiertas son un problema que debe controlarse ya que, afecta a la masticación, la deglución y, en ocasiones, al habla.

5.   Falta de espacio.  Cuando los dientes definitivos son demasiado grandes para el hueso que debe alojarlos hay ocasiones en que dientes que aún no han erupcionado se quedan atrapados en el interior del hueso al no tener espacio para poder salir. El ortodoncista valorará la posibilidad de aumentar el tamaño del arco maxilar o de guiar el recambio de los dientes de leche para facilitar el trabajo de alinear correctamente los dientes definitivos.

6.   Malposición y/o falta de sincronía en erupción dentaria. Si observas que algún diente erupciona por detrás de su diente de leche o fuera de su sitio natural debes consultar con el ortodoncista. Cuando una pieza erupcióna y no es seguida por su diente “en espejo” (del lado contrario) es necesario consultar, pues puede tratarse de una agenesia (ausencia de pieza) dentaria.

7.   Malos hábitos orales. Si tu hijo tiene algún hábito de succión (succión de dedo, de mamadera o chupete después de los 2 años y medio), interposición de la lengua al pronunciar algunas palabras, respiración bucal (respira por la boca o está constantemente con la boca abierta), es importante consultar pues éstos malos hábitos pueden generar deformación en los dientes e incluso en los huesos maxilares.

8.   Desarmonía en tamaño o posición del maxilar y/o mandíbula. Si el hueso maxilar superior o el inferior son demasiado grandes o demasiado pequeños, o están desviados, se deforma la armonía y belleza del rostro y suele afectar la masticación.

En general, estos defectos esqueléticos se van acentuando con el crecimiento y es importante que el ortodoncista los controle, facilite las condiciones orales para un desarrollo beneficioso y decida la mejor edad para corregir definitivamente los defectos dentarios y faciales.